jueves, diciembre 01, 2005

Bonito Letrero colgado en la Puerta



El Boiler se fue a la FIL de Guadalajara.

Principales Objetivos de la Misión:

  • Giselle, con el Ballet de Kiev
  • Despilfarrar el Patrimonio Familiar en libros
  • Regresar con "Atlas descrito por el Cielo" y "La Mano de la Buena Fortuna" de Gorán Petrovic debidamente autografiados.
  • Harry Potter VIP
  • Desenredar el antiguo misterio en torno a la diferencia entre "Bolillo" y "Virote" (Lectores internacionales: abstenerse)
Se les solicita a los amables lectores hacerse cargo del changarro y echarle un ojo a Camila. (Violenta Cocker Spaniel que se quedará solita y sin cuentos para dormir. Gorán no pasa empacho.)

Si no se tuvieran noticias de mí en dos semanas manden lo más parecido a un Livingstone que puedan encontrar. (Fantasía loca del Boiler: Un LOST pero en la FIL, con todos los libros ahi a la mano. - Baba sobre el teclado -)

Pocitos' Sonidero


Mientras me burlo del Boomeran(g), el cual fue antes repudiado por Volpi como movimiento literario y ahora abrazado por el mismo como experimento de comunicación, no puedo evitar unirme a ese fenómeno propio de la blogosfera de enlazar afinidades, gustos y posteos. Áldán para variar ha puesto el pretexto sobre la mesa.

Esa noche, 7 de junio de 2005 (oh, el Boiler lo recuerda bien)tuvo que decidir si acudía o no al Radio City Music Hall, en New York.

¿Quien tocaba?: Regina Spektor presentando su Soviet Kitsch (reto a cualquier a no enamorarse del título de ese album, de la portada del mismo, y del album en sí)

¿Quienes eran teloneros? Los Keane, con su Bedshaped y Everybody is changing, que si me gustan y ¿qué?

Y no fue. El Boiler no fue.

Hablenme de Esperanzas y Derrotas.

En fin la Regina es definitivamente disfrutable y para mí en particular motivo de largas discusiones: una larga, en Lisboa, con quien la quiso comparar con Fionna Apple, sobre la simple y un tanto idiota base de la fórmula: muchachita + piano + canta chido. La otra discusión en realidad no llego a tal pues no valía la pena siquiera iniciarla: parados frente al poster del mencionado concierto, un compañero en el curso aventuró el comentario (me imagino que por el hecho de que tal poster exhibía precisamente la foto que sirvió como portada para el disco Soviet Kitchs): "¡Ah! Debe ser un show como el de esa Axtris Jarat (sic) ¿no?". Me ahorré la pena.

Vuelvo a diferir con Aldán, aunque el Love Affair es bastante bueno yo me quedo con Consecuence of Sound. Un emocionate ejercicio de creación que parece burlarse de todos aquellos que nos quedamos sentados porque la rima no ajusta, el párrafo no acaba de asentarse, el verso exacto no se decide a llegar. La ausencia de perfección no debe parar el acto de creación. La perfección (salvo eméritas y contadas excepciones) nunca llega con la creación per se, sino con la corrección.

En varias mesas de café y cerveza, partiendo de la premisa de los requsitos necesarios para ingresar a la Escuela de Escritores de la SOGEM ("Talento y Disciplina") la misma voz me ha acribillado ya varias veces: "No. Sólo disciplina". Sigo sin estar del todo de acuerdo.

Como jóven inexperto y vanidoso tengo que aferrarme a la esperanza de que ahí en algún rincón de mi interior alguien arrojó una migaja de talento. La disciplina la pongo yo. Y la continuidad, no es nuestra ni de nadie, es una condición inherente a la creación aunque muchos se nieguen a verlo: si yo no escribo ese poema, alguién más lo hará. Tal y como dice Regina:

¿Qué te crees?
¿Qué todos los sepultoreros se han marchado?
Solo porque una canción se escribió
siempre hay otra
esperando a la vuelta de la esquina
a que ésta termine,
para rapidamente comenzar,
y empezar todo de nuevo.

Vaya pues, para compartir y esperando que una nueva mosca atormente de ahora en adelante a Antonella Hueso.

Consequence of sounds (cancioncita pa'bajarse)

My rhyme ain't good just yet,
My brain and tongue just met,
And they ain't friends, so far,
My words don’t travel far,
They tangle in my hair,
And tend to go nowhere,
They grow right back inside,
Right past my brain and eyes
Into my stomach juice
Where they don’t serve my juice,
All melted calories,
Nutrition values.
And I absorb back in
The words right through my skin
They sit there festering inside my bowels

The consonants and vowels
The consequence of sounds
The consonants and vowels
The consequence of sounds

Got a soundtrack in my mind,
All the time. Kids-
Screamin' from too much beat up
And they don't even rhyme,
They just stand there, on a street corner,
Skin tucked in
And meat side out and shot,
And I’d like to turn them down
But there ain't no knob.
Run into picket fences
Not into picket lines.
All this hippie-shit for the 60's
And another cliché for our time. But,
But a one of these days your heart
Will just stop ticking,
And they sorta just don't find you till your cubicle is reeking.

The consonants and vowels
The consequence of sounds
The consonants and vowels
The consequence of sounds
Ahh ah ah ah ahh ah ah ah

Did you know that the gravedigger's still
Gettin' stuck in the machine
Even tough it's a whole other daydream.
It's another town it's another world,
Where the kids are asleep, where the loans are paid
And the lawns are mowed.
Whad'ya think?
All the gravediggers were gone?
Just cause one song is done
There’s always another one,
Waiting right around the bend,
Till this one ends,
Then it begins
Quickly, then it starts all over again.
The weather report keeps on
Tossing and turning,
Predicting and warning,
And warning and warning of,
Possibly it could be news publications and,
Possibly it could be news TV stations. That
Very same morning right next to her coffee
She noticed some bleeding and heard hollow coughing and
National Geographic was being too graphic,
When all she had wanted to know was the traffic
“The worlds got a nosebleed” it said
“And we’re flooding but we keep on cutting
The trees and the forests!”
And we keep on paying those freaks on the TV,
Who claim they will save us but want to enslave us.
And sweating like demons they scream through our speakers
But we leave the sound on 'cause silence is harder.
And no one’s the killer and no one’s the martyr
The world that has made us can no longer contain us
And profits are silent then rotting away 'cause

The consonants and vowels
The consequence of sounds.
The consonants and vowels
The consequence of sounds.
Ah ah ah…

My rhyme ain't good just yet,
My brain and tongue just met,
And they aint friends, so far,
My words don't travel far,
They tangle in my hair,
And tend to go nowhere,
They grow right back inside,
Right past my brain and eyes
Into my stomach juice
Where they don't serve my juice,
All melted calories,
Nutrition values.
And I absorb back in
The words right through my skin
They sit there festering inside my bowels

The consonants and vowels
The consequence of sounds
The consonants and vowels
The consequence of sounds

miércoles, noviembre 30, 2005

Intentos Fallidos


18 de abril de 1985.

Tras 20 años de matrimonio, a mi madre le fue enseñado que llenar el armario de rencores no iba a librarla de que un día mi padre abriera esa puerta y le cayeran todos en tropel, de golpe, el mismo día. Aquel preciso día mi padre desayunó, besó a mi madre en la frente y cruzó la puerta para no volver. A mí ni me miró.

Aquel año el cereal tardó siempre el doble del tiempo habitual en consumirse.

viernes, noviembre 25, 2005

Cuando no sabes que cosa es, entonces es Jazz




Quando c'ero salito, avevo diciassette anni. E di una sola cosa mi fregava, nella vita: suonare la tromba. Così quando venne fuori quella storia che cercavano gente per il piroscafo, il Virginian, già al porto, io mi misi in coda. lo e la tromba. Gennaio, 1927. Li abbiamo già i suonatori, disse il tizio della Compagnia. Lo so, e mi misi a suonare. Lui se ne stette Iì a fissarmi senza muovere un muscolo. Aspettò che finissi, senza dire una parola. Poi mi chiese:

"Cos'era?".

"Non lo so."

Gli si illuminarono gli occhi.

"Quando non sai cos'è, allora è jazz."

Alessandro Baricco. Novecento. (musiquita cursi de morricone)

Pida su traducción, marchanta. Pídala de "agrapa". (Sólo para retar al italiano ego del Boiler)

lunes, noviembre 21, 2005

Sucursal Babel




Hélène me expropió ayer, de golpe, mi pequeño refugio de locura cotidiana al aseverar de golpe, tras escuchar el corto argumento de la protagonista de una película que compartimos: "¿Ves? Tú no estás loco. Los locos no pueden saber que están locos."

Así de inocuo, de inocente. Y ella no sabía que sembraba en mí una pequeña semilla de desasosiego. Porque si no me queda, en la mansión de lo cotidiano, espacio para esa diminuta habitación de locura que a veces me libera, entonces ¿qué?.

Pienso y pienso en la noche. Y la respuesta llega simple, sencillo bálsamo para mi infantil espíritu, y como un guiño (otro) para Aldán: el no-loco, que de tanto fingir que pierde un poco la razón de vez en cuando convence a todos, y hasta a él mismo, de que sí está un poco loco.

Va Nuno Júdice para cerrar el torpe manifiesto.

EPIGRAMA

La locura es la grandeza de los simples:
de esta forma son ellos más de lo que son,
cogiendo flores blancas y corrientes.

Los orates, de ojos desorbitados,
crecen lentamente como los árboles:
sólo que no dan hojas ni frutos.

Amos sus frases sin sentido:
doblan en ellas las abstractas campanas
de un campanario sin ventanas.

Denme, oh locos, su razón
— esos remos para subir por el tiempo
hasta la fuente de un dios obsceno y desnudo.

De La condescendencia del Ser (1988)

EPIGRAMA

A loucura é a grandeza dos simples:
assim são eles mais do que eles,
colhendo flores brancas e reles.

Os doidos, de olhos arregalados,
crescem devagar como as árvores:
só não dão folhas nem frutos.

Amo as suas frases sem sentido:
dobram nelas os sinos abstractos
de um campanário sem janelas.

Dai-me, ó loucos, a vossa razão
— esses remos de subir o tempo
até à fonte de um deus obsceno e nu.

De A Condescendência do Ser (1988)

jueves, noviembre 17, 2005

Pocitos' Sonidero

Canción para un adolescente que aspira a ser como el Boiler

The Professor & La Fille Danse - Damien Rice
(Live at Cornucopia Café, Dublin)(emepetres)
[Perdon, General Artist Association, pero es que nadie encuentra mis links de música]

Well I don't know if I'm wrong
'Cause she's only just gone
Here's to another relationship
Bombed by my excellent breed of
gamete disease
I'm sure when I'm older
I'll know what that means
Cried when she should and she laughed when she could
Here's to the man with his face in the mud
And an overcast play just taken away
From the lover's in love at the centre of stage yeah

Loving is fine if you have plenty of time
For walking on stilts at the edge of your mind
Loving is good if your dick's made of wood
And the dick left inside only half understood her
What makes her come and what makes her stay?
What makes the animal run, run away yeah
What makes him stall, what makes him stand
And what shakes the elephant now
And what makes a man?

I don't know, I don't know, I don't know
No, I don't know you any more
No, no, no, no...

I don't know if I'm wrong'
Cause she's only just gone
Why the fuck is this day taking so long
I was a lover of time and once she was mine
I was a lover indeed, I was covered in weed
Cried when she should and she laughed when she could
Well closer to god is the one who's in love
And I walk away 'cause I can
Too many options may kill a man

Loving is fine if it's not in your mind
But I've fucked it up now, too many times
Loving is good if it's not understood
Yeah, but I'm the professor
And feel that I should know
What makes her come and what makes her stay?
What makes the animal run, run away and
What makes him tick apart from his prick
And the lonelier side of the jealousy stick

I don't know, I don't know, I don't know
No, I don't know, I don't know, I don't know
No, I don't know, I don't know, I don't know
Hell, I don't know you any more
No, no, no no...

Well I don't know if I'm wrong
'Cause she's only just gone
Here's to another relationship
Bombed by my excellent breed of gamete disease
I finished it off with some French wine and cheese

La fille danse
Quand elle joue avec moi
Et je pense que je l'aime des fois
Le silence, n'ose pas dis-donc
Quand on est ensemble
Mettre les mots
Sur la petite dodo
La fille danse
Quand elle joue avec moi et la pluie
Elle me manque
Pourquoi?Non,non
C'est la chanson, la nuit, le vent
L'amour , le son
De la petite Dodo

martes, noviembre 15, 2005

La plagioteca (Y un cumpleaños. Y una sentida disculpa)

Libro del desasosiego. (Fragmento, primera parte) Un barco nos parece el objeto cuyo fin es navegar, pero su fin no es navegar: es llegar a un puerto. Nosotros nos encontrábamos navegando sin la idea de qué puerto nos debía acoger. Reproducíamos, en versión dolorosa, la fórmula aventurera de los argonautas: navegar es preciso, vivir no lo es.(Fernando Pessoa)



En una ciudad que no es la suya un hombre va lamentando su rosario de pequeñas derrotas. Ninguna es lo suficientemente grande para dignificarlo, ninguna tan pequeña como para absolverlo. Y entre las cuentas de ese rosario (unas maritales, otras profesionales, otras filiales) una en particular con la marca de la amistad labrada en ella.

Sabe que gusta de Pessoa, sabe de su pasión por el mito. Monta la ofrenda en un barco, de esos en miniatura que pacientemente se construyen dentro de una botella. Arroja la botella al mar. El mensaje navega hasta su destino.

Feliz cumpleaños, varios días después.

jueves, octubre 13, 2005

Trozos de historia, oídos al pasar



Fingir que eres un músico excelente, aquél que toca la clave exacta entre un compás y el siguiente. Perderte en la cadencia y hacer que todo el mundo se sienta atado a la ruta que siguen las notas de un lenguaje que sólo tú conoces, que no piensas compartir del todo con nadie.

Quizás darles sólo lo justo para que se sientan parte de algo, para que vayan tejiendo mensajes que no comparten contigo, pero ellos no lo saben.

No. Ellos no lo saben.

Ellos se siente parte de algo, los ves haciéndote guiños entre un verso y otro, como diciendo “Sí, yo lo comprendo, yo sé como te sientes cuando cantas eso, entendí exactamente lo que dijiste cuando dejaste ese espacio en blanco, ese silencio que todos los demás, tontos, perdieron…”

Fingir que eres un músico excelente. Que tú mismo lo creas del todo, que escribes partituras con puntos esparcidos caóticamente por todo el pentagrama, campo de juegos de un deporte prohibido del que nadie entiende enteramente las reglas. Fingir que estás escribiendo y que te importa.

martes, octubre 11, 2005

Intentos Fallidos



Ars Narrativa (Cero)

Viajar con una novela a cuestas. Escribirla de vagón en vagón ,

pulirla entre una estación y otra, los guardas de estación suelen
ser los mejores correctores de estilo. Al llegar a tu destino (el final
de la novela) abandonarla en aquél banco: el más lejano y oculto
en la estación, para ser descubierta por otro pasajero en tránsito.

viernes, octubre 07, 2005

Sucursal Babel


Ni Elliotinanos ni Whitmanianos. Mejor Thomasianos.
(Y que inicie octubre. Uno de mis meses favoritos.)

Especialmente cuando el viento de octubre
castiga mis cabellos con gélidos dedos
cautivo de un sol deslizante, camino sobre el fuego
y proyecto un sombrío gruñido sobre la tierra,
por la costa, oyendo el ruido de pájaros
oyendo la tos del cuervo en invernales punzadas,
mi ocupado corazón que se estremece al hablar ella
derrama la silábica sangre y drena sus palabras.

Encerrado, también, en una torre de palabras, marco
En el horizonte andando como los árboles
Las parlanchinas formas de mujeres, y las filas
De niños de estrellados gestos en el parque.
Algunos me dejan hacerte de las vocalizadas hayas,
algunos, de las voces de roble, desde las raíces
de muchos, un espinoso prado te dice notas,
algunos me dejan hacerte de los discursos del agua.

Tras una maceta de helechos, el oscilante reloj
Me dice la palabra de la hora, el significado neural
Vuela sobre el disco, declama la mañana
Y cuenta el clima ventoso en la veleta.
Algunos me dejan hacerte de las signos de los prados
El pasto señal que me dice todo lo que sé
Rompe con el invierno agusanado a través del ojo
Algunos me dejan decirte de los pecados del cuervo.

Especialmente cuando el viento de octubre
(alguno me dejan hacerte de hechizos otoñales,
el de arácnida lengua y las vociferantes colinas de Gales)
con puños de nabos castiga la tierra,
algunos me dejan hacerte de las descorazonadas palabras.
El corazón esta drenado, deletreando en el escurrir
de sangre química, advertido de la furia que llega.
Por la orilla del mar escucha a las aves de oscuras vocales.


Especially when the October wind
With frosty fingers punishes my hair,
Caught by the crabbing sun I walk on fire
And cast a shadow crab upon the land,
By the sea's side, hearing the noise of birds,
Hearing the raven cough in winter sticks,
My busy heart who shudders as she talks
Sheds the syllabic blood and drains her words.

Shut, too, in a tower of words, I mark
On the horizon walking like the trees
The wordy shapes of women, and the rows
Of the star-gestured children in the park.
Some let me make you of the vowelled beeches,
Some of the oaken voices, from the roots
Of many a thorny shire tell you notes,
Some let me make you of the water's speeches.

Behind a pot of ferns the wagging clock
Tells me the hour's word, the neural meaning
Flies on the shafted disk, declaims the morning
And tells the windy weather in the cock.
Some let me make you of the meadow's signs;
The signal grass that tells me all I know
Breaks with the wormy winter through the eye.
Some let me tell you of the raven's sins.

Especially when the October wind
(Some let me make you of autumnal spells,
The spider-tongued, and the loud hill of Wales)
With fists of turnips punishes the land,
Some let me make you of the heartless words.
The heart is drained that, spelling in the scurry
Of chemic blood, warned of the coming fury.
By the sea's side hear the dark-vowelled birds.

martes, octubre 04, 2005

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Itaca.


Novelas y más novelas. Más de cien lugares, nunca el terruño. La muerte de El Albacea (sí, con mayúsculas). Montañas, pinos y Hélène a contra luz de un fuego sólo para nosotros. Moving Units, Madeleine Peyroux, Seu Jorge, Lou Reed, Bach, Bowie, Peter Gabriel, de nuevo Bach, mucho Bach, más cello que piano. Legiones y proyectos. Fracasos anticipados. Stress en dósis dignas del mismísimo Hendrix, sin salto al vacío. Filmes que no he podido ver. Filmes que siempre quise ver. Trabajo, trabajo, trabajo. Revelaciones, victorias e intentos de rendiciones...

Ahora que me siento a una fracción de segundo (segundos que se estiran, siempre se estiran) del retorno, me ataca la tentación de querer contarlo todo y de golpe. Sé que no es inteligente ni justo, y no lo haré.

Valga decir que estoy de vuelta; y que regalo dos canciones mitad como suplica y explicación a mis potenciales lectores, mitad para hacer promoción a Tontxu y Kevin Johansen, dos cantautores de distintas latitudes, de medianos vuelos, pero que merecen mayor difusión de la que actualmente gozan.

Intuyo el regreso. Estoy presto a sacar a los pretendintes a patadas del hogar. Mi fiel perro, el portero entre los cerdos...¿me reconoceran?

Intentos Fallidos

Rutas

Esta mañana, al querer impedir ese trayecto diario tuyo de la puerta al mundo, del mundo a la región en dónde tu memoria no bebe de mis voces, quise decir: quédate.

En vez de eso, até un trozo de caucho en torno a un pan y con tierra y lágrimas lo puse en una caja pequeña bajo tu almohada.

Ahora miro tu rostro mientras duermes, creyendo distinguir en cada aliento que se escapa de tu boca, la semilla de un reproche nunca dicho (contra esa puerta y tu mundo, contra esa muda región de mis lamentos) haciendo tierra fértil de tu voz.
Mañana me dirás con un odio extraño antes de irte: ¿Por qué siempre te quedas?

jueves, septiembre 08, 2005

La plagioteca




Un post de pasada. Sin merito, pero con intención de compartir. En estos días no hay tiempo, no hay oportunidad de nada, no hay internet, ni siquiera hay mucho Aguascalientes en mi horizonte. . . sólo prisa, y autobuses, y terminales, la esperanza de sentarme a escribir un poco, a trabajar un rato y sentir que algo surge desde esa tierra que ya no visito. Vaya Ángel González, poeta español, sin música de fondo:

CARTA SIN DESPEDIDA

A veces,
mi egoísmo me llena de maldad,
y te odio casi
hasta hacerme daño
a mí mismo:
son los celos, la envidia,
el asco
al hombre, mi semejante
aborrecible, como yo
corrompido y sin
remedio,
mi querido hermano y parigual en la
desgracia.

A veces -o mejor dicho:
casi nunca-, te odio tanto que te veo
distinta.
Ni en corazón ni en alma
te pareces
a la que amaba sólo hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia
y es más bello
-quizá por imposible
y por lejano-.
Pero el odio también me
modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme
cuenta
soy otro
que no odia, que ama
a esa desconocida cuyo
nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
el cabello largo.
Cuando sonríes,
yo te reconozco,
identifico tu perfil
primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como
sigues
siendo,
como serás ya siempre,
mientras te ame.

lunes, agosto 29, 2005

Trozos de historia, oídos al pasar


Francine en el curso

De pronto, exactamente a las 9:36 de la mañana, Francine en el curso. Y lo que llamó su atención no fue el hecho de Francine un metro sesenta y dos, larga cabellera de rubia, piel de un blanco sólo interrumpido por unos labios de un rosa tenue y los ojos de ese azul idéntico al del techo en el baño de aquél cafesucho en Saint Roman, apareciera en el curso en ese minuto entre las 9 y las 10 de la mañana de un día de marzo. Acaso fuera que apareciera junto al Gordo Velasco y ese contraste entre belleza frágil y contundencia corporal fuera algo como una señal de alerta, una invitación a arrojarlo todo y marcharse, advirtiendo a todos la llegada de los cosacos, el fuego en los tejados, la quema de los campos.

Cabe aclarar que nadie, nadie salvo Gregor parecía notar que, súbitamente, Francine en el curso. El hecho en sí no llamaba demasiado la atención, pero para él, cuyo entendimiento de pronto se llenó de cabellera rubia y piel de un blanco intenso, era casi como una afrenta: Francine en el curso significaba que su atención renunciaba de lleno a Peters y a los perfiles de competencia en el personal. Francine en el curso era dejar de lado por unos minutos las ensoñaciones diarias de ser un director distinguido, portada de revista, jaguar a cien por hora en céntrica avenida.

lunes, agosto 22, 2005

Pena Ajena


Mon 9:20 a.m.

Lunes
nueve y veinte
a eme
siéntate ahí
cobijo justo, ventana habitual
persiana plegada, jornada productiva
ritmo preciso en el que derramas tiempo
que no se pierde en quehaceres más mundanos

Y tus libros,
los que aún no escribes,
mosquitos muertos la noche anterior:
cadáveres sobre una mesa,
que arrojas al suelo
con el dorso de una mano
suficientemente llena de dedos
que sirven para indicar el rumbo
marcar el paso
acusar violentamente
contar los billetes
con los que compras sueño
de doce
pe eme
a seis
a eme
y algunas excusas
que abrazar
rumbo a la torre

viernes, agosto 19, 2005

Intentos Fallidos



Tres de Espadas

El caos se mira en un espejo y se niega a reconocer su propio rostro.

Decide cruzar al otro lado, y en ese instante, en algún lugar del Centro, entre una taza de café y otra, una niña decide comprobar qué tanto dolor puede soportar un corazón.

Ha sonado la 6ta. Campanada.

La rutina es atar tu agenda a los zapatos y dar vueltas en torno al altar de tus comodidades. Nada debe violentar el ritmo de tus dedos sobre el teclado, de tus labios sobre sus piernas.

Y pudrirte en ese laberinto de pasillos. Llenar los informes y sacar punta a los lápices; cruzar puertas y bajar elevadores sin música. Perder el ama y ser alguien.

Recordar que la decencia va de la mano con la disciplina. Que la virtud desfila tras los modales. El éxito es el fruto de la semilla del trabajo. Tu sueño, un hueco.

Tu dosis de idiotez cada mañana, para soportar el tono insulso de sus rostros. De vez en cuando, escapar por las escaleras para desconcertarlos.

Ha sonado la 6ta. Campanada.

Una niña decide que el beso que lleva en el bolsillo es la mejor forma de pintar sonrisas en el rostro de unos cuantos. Endulza su café y suspira. Un espejo se rompe a sus espaldas.

La fe se ha mirado en el espejo. Nada consuela su llanto.

Trozos de historia, oídos al pasar.

Era así: gordito.

- ¿De veras no lo ha visto? Era así, gordito; con el pelo todo esponjado de tanto que se lo agarra.

Dijo que se iba a Miami, que no tardaba, y no ha vuelto. Ya ni me canta, ni me agobia con sus preguntas, no me cuenta tonterías cada mañana, no me da de beber sus inquietudes.

- ¿De veras que no lo ha visto? Era así, gordito; no tan alto. Parece medio mamón cuando uno no lo ha tratado. Pero no es malo. Está un poco confundido, eso es todo…tantos cambios.

Me dijeron que dobló la esquina, como perdido en sus propias teorías. Iba murmurando algo, aseguran. Bajo el brazo, un libro de nombre extraño. En otro idioma. ¿Portugués?

- ¿De veras que no lo ha visto? Era así, gordito; es que ya no ha ido a correr. Quiere estar en todos lados a la vez. Saber de todo, oír de todo, hacerlo todo. Por eso se ve tan cansado. Por eso a veces parece que se enoja, pero no. No es enojo. Es angustia por la prisa. Rencor hacia el tiempo.

Yo lo vi cruzar la puerta, cargando a cuestas la maleta. La que siempre llena poco a poco, toda una noche invertida para empacar, cada vez que va de viaje. En la mirada un intento de respuesta, una explicación que nadie le pide, pero siempre intenta dar. Dijo que se iba a Miami, que no tardaba. Una plática, algo sobre el dinero, sobre lavado, sobre mil cosas que nunca entiendo. Dijo que se iba a Miami. No ha vuelto.

- ¿De veras que no lo ha visto?

jueves, agosto 11, 2005

Sucursal Babel



Amo devagar os amigos que são tristes com cinco
dedos de cada lado.
Os amigos que enlouquecem e estão sentados,
fechando os olhos,
Com os livros atrás a arder para toda a eternidade.
Não os chamo, e eles voltam-se profundamente
Dentro do fogo.
Temos um talento doloroso e obscuro.
Contruímos um lugar de silêncio.
De paixão

Herberto Helder, “Aos amigos”


Amo lento a los amigos que están tristes con cinco
dedos en cada mano.
Los amigos que enloquecen y están sentados,
cerrando los ojos,
los libros tras de sí, ardiendo por toda la eternidad.
No los llamo, y ellos regresan profundamente
al interior del fuego
Tenemos un talento doloroso y obscuro.
Construimos un lugar de silencio.
De pasión.

Herberto Helder, “A los amigos”

martes, agosto 09, 2005

Pocitos' Sonidero


"La única cosa que no quiero es morir
Por lo menos, no ahora. ¡Por favor!
Ese hombre allá arriba y mi esposa acá, deberán esperarme......
por lo menos un poco más de tiempo
para disfrutar todo esto más..."
Ibrahim Ferrer**
Palabras publicadas en el libro
"Buena Vista Social Club"
de Wim y Donata Wenders.
Duermen en mi jardín, las blancas azucenas, los nardos y las rosas, mi alma muy triste y pesarosa, a las flores quiere ocultar su amargo dolor…

Dos gardenias para ti… me ofrecía Portillo de la Luz, y mis esfuerzos de patético e inexperto seductor mexicano golpeaban en seco contra las curvas de una jovencita habanera cuyas curvas y prendas (y, ¿por qué no decirlo?, su fino bigote) dejaban adivinar todo menos sus 16 años. Ella era hija de la dueña de un restaurante chino que queda (¿quedaba?) justamente al lado del Dos Gardenias, tradicional establecimiento en donde mi tía, supuestamente a mi cuidado, bebía mojitos, oía boleros, y esquivaba una que otra mirada anhelante de añejos italianos en plena caza.

La Habana me abrumaba, estudiante universitario de 19 años, y todas mis lecturas e ídolos musicales de una adolescencia, todavía vigente y latiendo, se me ofrecían al alcance de la mano. Derramando saliva y suspiros en la escalera de la Universidad de la Habana; ensoñando idiota frente al Granma; esquivando marihuana, pejejé y monte cristos de 3 dólares; decepcionándome en la Bodeguita, vituperando al Floridita; perdiendo(?) un día entero, un primo y dólares en la calle obispo, tenderete tras tenderete de libros de viejo, donde en un cuartucho sofocante y de olor dulzón me ofrecían y ponían en mis manos una primera edición de Paradiso a 45 dólares, la cual rechacé inocentemente desinteresado (MCMLXVI, mostraban unos letras en la segunda de forros, ¿o acaso sólo lo imagine después?. Ah, juventud, ¡cuantos errores me permitiste, que aún me atormentan!) prefiriendo comprar los cuentos completos de Onelio Jorge Cardoso (de esta parte del trato hasta la fecha no me he arrepentido) y una antología de Casa de las Americas de… Mario Benedetti. Lo sé. Lo sé. Ahorrémonos los comentarios, por favor. Además, me desvío del tema.

Yo no quiero que las flores sepan los tormentos que me da la vida, si supieran lo que estoy sufriendo, por mis penas llorarían también…

Abandonados por su tía y compañía, éste nada ingenioso hidalgo despreciado por su potencial dulcinea y su primo Carlos (en ese caribeño viaje su fiel y paciente escudero), decidieron tomar un taxi. Pirata claro está, buscando abiertamente violar cuanta recomendación nos habían hecho en el hotel el día de nuestra llegada. El chofer del siniestro taxi, un peugeot destartalado y gris, tras ofrecernos marihuana, habanos y hasta una sobrina “muy limpia y de casa”, prefirió, decepcionado por el evidente fracaso comercial de sus ofrecimientos, interesarse por nuestros gustos musicales. Y ya que nos había recogido afuera del Dos Gardenias, comenzó a poner en el tocacintas del auto, cuanto casette tuviera a la mano. Esto no contribuyó a calmarme, pues cada vez que abría un compartimiento (el auto tenía demasiados para mi gusto) o buscaba bajo el asiento, yo esperaba vez emerger la cachiporra o el cebollero, herramientas de trabajo favoritas de los asaltantes caza bobos (verbigracia: turistas mexicanos fresas) de los que tanto nos habían prevenido. Por fin, con expresión triunfante, y con un movimiento brusco que casi me causa un infarto, me mostró fugazmente una vieja cinta de audio que colocó inmediatamente en el viejo estéreo. La trompeta que abría
“Dos Gardenias” llenó de pronto el auto, y una voz cálida y un poco (sólo un poco) raída atrapó toda mi atención. “Es Ibrahim Ferrer” fue todo lo que dijo el taxista pues, por primera vez desde que había arrancado, guardó silencio. Silencio que sólo rompió para cobrarnos una escandalosa cantidad, y dejarnos, eso sí, sanos y salvos en la puerta de nuestra hotel, concentrado de nuevo en la música y diciendo algo así como “Éste si que canta bolero de veldá”, antes de arrancar de nuevo y enfilar rumbo al Malecón.

Allí, en la acera frente al Hotel Duville de La Habana, Cuba, me olvidé el nombre de Ibrahim Ferrer. Después vino el fenómeno: Ry Cooder imaginó que si en Miami estaban Cachao y Chocolate, en la Isla debía haber todo un tropel de genios esperando ser redescubiertos. No se equivocaba. El Buena Vista Social Club desempolvaba los instrumentos, aclaraba las gargantas y se preparaba para tomar al mundo por sorpresa.

Silencio, que están durmiendo, los nardos y las azucenas, no quiero que sepan mis penas, por que si me ven llorando morirán.

Este sábado me pescó cortando un césped que me recuerda mi nueva condición de casado, traduciendo un libro muy lejano a Auster, muy lejano a Joyce, y muy lejano a nuestra realidad, aunque se pretenda lo contrario. La paga no es del todo mala y me pregunto: ¿me estoy alejando yo mismo de mis realidades? Mientras tanto Ibrahim iba cantando los versos finales de un montuno que, como todo buen son cubano, fue cobrando fuerza hasta el final. Me quitaba el pasto de las perneras del pantalón, cuando a muchos kilómetros, Ibrahim se nos iba debido a una falla masiva de órganos. Tu orquesta, Ibrahim, esa de adentro, ya no te quiso seguir el ritmo. Se acabó la descarga, dijo, guardó los instrumentos y salió del edificio, dejándolo en silencio. A ti, el silencio no te va; negro necio, tremendo Ibrahim.

Vivías en descarga, Ferrer, y tu mujer te dejaba ser. Le prendía las veladoras a Changó y te dejaba subir a ese tren violento que no entendía, que no quería creer que llegaba tan tarde. Esos trenes no suelen partir ya en otoño, pensaba. Pero llegó, llegó el tren de la fama, de las giras, del reconocimiento, e Ibrahim tomó maletas, abrazó a sus amigos y se fue con sus compays a hacer bailar al mundo, a arrancar suspiros mientras recordaba y hacía que todos recordáramos
aquellos ojos verdes. Mi padre y yo te mirábamos, cuando en la vorágine de la gira llegaron a mi provincia pérdida, ese estado mental que José Luis Justes ha aprendido a valorar y hasta defender. Un grupo que hacía bailar al apagado público que solía asistir a los conciertos en el Teatro de Aguascalientes, público que tenía en promedio casi la mitad de la edad que los músicos frente a ellos. Te mirábamos y escuchábamos a ti, y a Omara también, sobre todo a ustedes dos, menospreciando a Rubén González, a punto ya de partir, él primero que todos ustedes. Compay Segundo y Eliades Ochoa no habían venido en esa gira, así que el escenario era de ustedes dos. Y lo sabían. La charla posterior al concierto fue la primera que mi padre y yo teníamos en mucho tiempo, tras un proceso largo de batallas caseras que siempre empezaban por nada, y nunca llegaban a algo. Fue también ése, el primero de una serie de conciertos que, hasta la fecha, hemos compartido y comentado, y que me siguen acercando a él.

Vivías en descarga, como buen santiagueño. Me quedaste a deber Lágrimas Negras, para mi colección. Omara va pidiendo, a dueto contigo, que te dejen dormir, que guardemos silencio, que no te despertemos, que no nos veas llorar.

... por que si me ven llorando morirán.

¿Qué pasaba contigo Ibrahim? Cubano loco y alternativo que quiso asociarse a un grupo de músicos sajones que te mostraron un montón de dibujitos y que te explicaban que ése era, precisamente, el grupo. Gorillaz cerraba la circunferencia de un proyecto interesante, ecléctico tal cual lo habían concebido. Ibrahim solo se divertía, cantaba y escuchaba fascinado los samples y “ruiditos raros” que iban tejiendo esos chicos para arropar su voz, su cara de niño travieso, entre sorprendida y risueña siguiendo el proceso, oyendo el producto final.
Es hacer música, igual, pue’ y se reía de todo, y de nosotros, de la cámara y el tiempo.

Igual se ríe ahora, quizás, mientras el montuno se va perdiendo, tres y contrabajo arrancando los últimos acordes obligándonos a mover los pies y tamborilear sobre las piernas con las manos. La Habana guarda silencio por sólo un instante y tus veladoras a Changó siguen ardiendo, poco a poco, hasta consumirse.

Pero si un atardecer las gardenias de mi amor se mueren
es por que han adivinado que tu amor me ha traicionado
por que existe otro querer.

lunes, agosto 08, 2005

Pena Ajena



Invasiones

Las hormigas han fijado base en la cocina
aventurando incursiones en el territorio libre
que solía ser mi habitación

Alegan hegemonías que no distingo
conciencia histórica
entomológica
necia

Y nadie explica a mis libros
tranquilas victimas
el violento tropel de pasos y de injurias
que sus espaldas sufren

Mi alma, apesumbrada por otros pasos,
no siente aún la marcha
el millar de estalactitas negras
pero la mordida llegó meses atrás
como preludio de ese cosquilleo en las piernas
de esa hilera de invasores que ya alcanza el tobillo

Una paloma muerta sobre el tejado
informa un amigo
de allí viene la legión absurda
y yo imagino mi alma
repleta de aves muertas
que mandan de avanzada
artrópodas hileras.

sábado, agosto 06, 2005

La Plagioteca

La noche del viernes llegó a casa el "Diario de Dolor" de María Luisa Puga. Bomba de relojería que apenas al pulsar "play" en el reproductor lleno la casa de un ánimo que no era nuestro pero se fue instalando poco a poco como parte del mobiliario.

Puga es una asignatura pendiente en la que mi pareja me lleva una ventaja notable. Aldán insiste en que mexicanice mis lecturas. Venga el primer paso: el reconocimiento de una narrativa nacional de grandes aciertos, sin fuegos artificiales pero con la suficiente sustancia como para taladrar el ánimo y marcar senda. Elena Garro me espera al girar la esquina. Creo acercarme un poco más preparado.

Malentendidos

Soy la única persona en el mundo
que puede tener la certeza de que
mi gata Carlota se suicidó
por amor
El dueño
Que los gatos sienten, estoy seguro. Toda cosa viviente siente. Pero ¿planearán? ¿Tendrán capacidad de llegar a conclusiones y, de ahí, a decisiones?

Viéndola cruzar la habitación principal de mi departamento (un confortable salón, con divanes, buena iluminación que invita al recogimiento, luz juguetona durante el día, amplios espacios), viéndola cruzarlo con su paso mullido, indiferentemente elegante, impasible aunque atenta a todo sonido o movimientos, pero segura de sí, yo la sospechaba poseedora de un secreto clave. Vastísimo.

La creía más allá del sufrimiento; la intuía sabia por tanta reflexión (aparentemente indolente, pero concentrada, repleta de determinación). La envidiaba por su reconciliación con el universo; por su fatalismo optimista. Su vitalidad, que tenía tanto de muerte sana.

Me sobrecogí la primera vez que la vi acechar un insecto. Me quedé hipnotizado observándola. El universo suspendido. Sólo existía el espacio de la gata y el insecto…no: sólo existía el espacio de Carlota, dentro del cual estábamos atrapados el insecto y yo. El insecto en su inconsciencia; yo en mi estupor. Yo afuera y adentro, el insecto espantosamente adentro. Y Carlota acechando, acechando. Perfectamente inmóvil. Yo erizado del horror. Era como descubrirle otra cara. Una faz dura. Toda ella crueldad… ¿y se destreza, su elegancia, su reflexión? Sobre todo ¿su sabiduría?

El zarpazo fue fugaz, impecable.

Así conocí a Carlota y no tuve más remedio que seguir queriéndola.

Y tengo la certeza de que se suicidó por amor.


Lo vi tan seguro, tan gallardo, tan convencido de lo que era, era, sí; no había porque dar explicaciones. Pero ¿de dónde venía? ¿Qué lo había hecho? Y, lo más importante, ¿qué quería? No me pregunto si a mí. Obviamente se acercó porque me buscaba, pero yo no lograba ver qué quería más allá de una relación. Nosotros los gatos sabemos muy bien que la relación (con quien sea), el amo o el compañero, no es una meta. Es un elemento para ser más uno mismo. Yo, por ejemplo, se que quiero paz. Paz para oír mi vivir; para oír la vida de la que soy parte. Para entender lo que me resulta ajeno, distinto; este señor, por ejemplo, que me tiene en su casa y me llama Carlota y cree que me posee. Aunque lo dejó entrar, eso hay que admitirlo. Pero digo, ese señor me desconoce tanto como yo a él, y así y todo sabe que necesito un compañero. Respetó, pues. No puso ningún reparo a esta irrupción en nuestra vida cotidiana e incluso aceptó que se alterara. Sin entenderme, entendió que pasaban cosas en las que no se podía inmiscuir. Cosas que no podía evitar.
Por ese mismo respeto, o aceptación de la incomprensión, reconocí de inmediato que no podía pedirle ayuda. No me quejo. En estas cosas no es ayuda lo que se necesita. No es comprensión. Es sólo soledad acompañada. Saberse sufriendo en un rincón y no sentirse sólo.

No es que sucediera nada violento. Fue un entrar y salir con una misma gallardía hermética, que ahora, sólo ahora, me atrevo a calificar de pedante. Pero ¿no somos pedantes todos cuando andamos por ahí a tientas buscando lo que queremos (cuando es mero impulso, digo, cuando aún no sabemos lo que queremos)? ¿No fui pedante yo? Yo cuando le dije: lo que quiero es paz. Eso es lo que quiero. ¿No me habré visto mal?



Jamás comprenderá que no tiene derecho a decirme lo que quiere. ¿A mí por qué? ¿Pretende que salga al mundo y lo sacuda para que ella tenga paz, o qué? ¿Yo por qué? Lo que yo quiero es otra cosa. Quiero otra vida, no andar hurgando azoteas para ver por dónde me meto. O me dan de patadas, o me dejan entrar sin mayor problema, pero en ambos casos es igual: tengo que venir de alguna parte e irme pronto. O, como ahora, quedarme para siempre. ¿Y quien o qué lo impone? No ella, seguro. Otra cosa. Algo que ella no es y es al mismo tiempo. Se nota desde su pregunta: ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? Y qué importa, si todo empieza en el momento del encuentro. Ahí comienza todo, y si nos dejáramos vivir ese inicio de vida, a lo mejor encontraríamos la manera para que ella no estuviera encerrada en este salón, y para que yo no tuviera que entrar guardando la figura (porque ¿porqué he de someterme al papel de macho desesperado que sufre por su dama? Ella quiere tanto que venga como yo quiero venir), de no depender del liberalismo paternal de este sector, que la quiere, sí, claro que la quiere. Ella es su gata Carlota, pero no será jamás su compañero. Jamás va a saber responder por su infelicidad. Por más que gente como él invente alimentos muy nutritivos para gatos.

No se da cuenta: o es conmigo o no. Yo no puedo explicarle. Se tiene que arriesgar. Igual me arriesgo yo. ¿Cuántas azoteas no he cruzado ya? Venciendo el temor a todo: golpes, ridículo, hasta la muerte incluso. Para venir a ser recibido con un yo lo que quiero es paz. Pues no. Ni que fuera un agente de ventas que trajera un muestrario para ofrecer: ¿de qué color?

viernes, agosto 05, 2005

Actos Fallidos



El último libro del mundo pasó de mano en mano durante dos siglos y medio, tiempo necesario para que todo aquél que lo recibiera hubiera olvidado que hacer exactamente con él.


Después de los primeros 120 años ya nadie lo hojeaba y sólo se le veneraba como un objeto arcano que había sobrevivido a una no muy clara destrucción masiva.



La gente de la aldea lo colocaba en una choza central frente a la cual la gente inclinaba ceremoniosamente la cabeza al pasar. Pero ni siquiera el sacerdote mayor de aquellas tribus tenía interés en ver que había más allá de la portada. Es muy probable que a esas alturas, sin mayores cuidados o interés por parte de sus guardianes, la acidez propia del papel hubiera ya devorado los secretos que la tinta habría tratado de preservar inútilmente: el último libro del mundo era un cofre que no guardaba tesoro alguno. Y sin embargo, el ídolo, lo Oculto, el arcano venerable, dormía tras sus guardas imponiendo un secreto reverencial que nadie osaba (ni tenía interés en) violar. Nada había cambiado, en realidad. El último libro del mundo ( que había sido olvidado al fondo de un cajón, en un rincón de un edificio de oficinas corporativas, lugar poco probable para ocultar libros; evitando así un olvido más inmediato pero menos místico , quizás) era un ejemplar del libro que sostienes en tus manos.

jueves, agosto 04, 2005

Trozos de historia, oídos al pasar...


Mi abuelo vivió los últimos días de su vida (que no fueron tan pocos) cargando con la cruz de su recuerdo.

Cada mañana iba y lo alisaba, extendiéndolo frente a sus ojos, repasando cada detalle y diseño. Después, comenzaba a arrastrarlo durante el resto del día, a llevarlo de aquí para allá por toda la casa, sin que le importara llenarlo del polvo de los muebles, que fuera como un trapo en el que se atoraran los bichos muertos, envolturas ya sin dulces, las lágrimas de Abuela, todo lo que suele encontrarse en el suelo de una casa de sabores viejos y batallas lentas.

miércoles, agosto 03, 2005

Mejor iniciar con otras voces. Afinar la propia.


Ícaro

A menudo he repetido las palabras de los sabios,
que toda felicidad humana se paga y que es mejor,
libre y fuerte, en la paz inmóvil de los Dioses,
contemplar la vida a sus pies, desde la orilla tranquila de las playas.

Pero ahora, el abismo fascinó mis ojos;
quisiera, como Ícaro, sobre las nubes, lanzarme
hacia la zona de llama donde germinan las tormentas,
y morir cuando hubiera visto los cielos.

Ya sé, ya sé todo lo que ustedes me han dicho,
pero la visión santa está allí; quiero entender
mi sueño y, bajo el cielo asir el deseo,

enfrentar la sed ardiente, las fiebres malditas
y los remordimientos sin fin, por esta felicidad de un día,
el divino, el infinito, insaciable amor.

Icare

J’ai souvent répété les paroles des sages,
Que tout bonheur humain se paye et qu’il vaut mieux,
Libre et fort, dans la paix immobile des Dieux,
Voir la vie à ses pieds, du bord calme des plages.

Mais maintenant, l’abîme a fasciné mes yeux ;
Je voudrais, comme Icare, au-dessus des nuages,
Vers la zone de flamme où germent les orages
M’élancer, et mourir quand j’aurai vu les cieux.

Je sais, je sais déjà tout ce que vous me dites,
Mais la vision sainte est là ; je veux saisir
Mon rêve et, sous le ciel embrasé du désir,

Braver la soif ardente et les fièvres maudites
Et les remords sans fin, pour ce bonheur d’un jour,
Le divin, l’infini, l’insatiable amour.

[Louis MENARD (1822-1901), Rêveries d’un païen mystique, 1876.]

Un salto así, de esta naturaleza, genera temores (para uno mismo), expectativas (para algunos hipotéticos lectores), y suspicacias (para ambas partes). Ícaro, como cada personaje en la trama griega, no era dueño de su destino. Una mano ajena, literando, fue tejiendo el curso de cada uno de sus pasos, la trayectoría de cada una de sus caídas, hasta la final, la que selló su nombre en la memoria. Compartiendo la condena de su padre, no fue capaz de compartir su escape. No fue él, el inventor que despertó suspicacias, miedos, ni el arquitecto del laberinto y, sin embargo, fue el torpe destinatario de la tragedia.

El abismo está frente a mí. El salto se antoja fácil. Un sólo paso y ya está.

¿Mas traducciónes? ¿Que tal una por día? Busquen a Justes.

¿Quieren culpables por este exabrupto? Reclámenle a ellos:

Recuerdos Inútiles

The Art of Fiction

Don Salvador

El verdadero dúo dinámico

Benjamín Valdivia