viernes, agosto 19, 2005
Intentos Fallidos
Tres de Espadas
El caos se mira en un espejo y se niega a reconocer su propio rostro.
Decide cruzar al otro lado, y en ese instante, en algún lugar del Centro, entre una taza de café y otra, una niña decide comprobar qué tanto dolor puede soportar un corazón.
Ha sonado la 6ta. Campanada.
La rutina es atar tu agenda a los zapatos y dar vueltas en torno al altar de tus comodidades. Nada debe violentar el ritmo de tus dedos sobre el teclado, de tus labios sobre sus piernas.
Y pudrirte en ese laberinto de pasillos. Llenar los informes y sacar punta a los lápices; cruzar puertas y bajar elevadores sin música. Perder el ama y ser alguien.
Recordar que la decencia va de la mano con la disciplina. Que la virtud desfila tras los modales. El éxito es el fruto de la semilla del trabajo. Tu sueño, un hueco.
Tu dosis de idiotez cada mañana, para soportar el tono insulso de sus rostros. De vez en cuando, escapar por las escaleras para desconcertarlos.
Ha sonado la 6ta. Campanada.
Una niña decide que el beso que lleva en el bolsillo es la mejor forma de pintar sonrisas en el rostro de unos cuantos. Endulza su café y suspira. Un espejo se rompe a sus espaldas.
La fe se ha mirado en el espejo. Nada consuela su llanto.
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