lunes, agosto 29, 2005

Trozos de historia, oídos al pasar


Francine en el curso

De pronto, exactamente a las 9:36 de la mañana, Francine en el curso. Y lo que llamó su atención no fue el hecho de Francine un metro sesenta y dos, larga cabellera de rubia, piel de un blanco sólo interrumpido por unos labios de un rosa tenue y los ojos de ese azul idéntico al del techo en el baño de aquél cafesucho en Saint Roman, apareciera en el curso en ese minuto entre las 9 y las 10 de la mañana de un día de marzo. Acaso fuera que apareciera junto al Gordo Velasco y ese contraste entre belleza frágil y contundencia corporal fuera algo como una señal de alerta, una invitación a arrojarlo todo y marcharse, advirtiendo a todos la llegada de los cosacos, el fuego en los tejados, la quema de los campos.

Cabe aclarar que nadie, nadie salvo Gregor parecía notar que, súbitamente, Francine en el curso. El hecho en sí no llamaba demasiado la atención, pero para él, cuyo entendimiento de pronto se llenó de cabellera rubia y piel de un blanco intenso, era casi como una afrenta: Francine en el curso significaba que su atención renunciaba de lleno a Peters y a los perfiles de competencia en el personal. Francine en el curso era dejar de lado por unos minutos las ensoñaciones diarias de ser un director distinguido, portada de revista, jaguar a cien por hora en céntrica avenida.

2 comentarios:

Justes dijo...

trabaje, boiler, trabaje. O, mejor dicho, dejenos ver algo de lo que trabaja.

Justes dijo...

luis: leí tu comentario como respuesta a la invitación de mariana. Espero que entiendas que todavía no había llegado el apoyo de CONACULTA. Un abrazo y vemos como vuelve tu money back. pero es un hecho.