miércoles, diciembre 17, 2008

Trozos de historias ocultamente furibundas

Esto no es, en forma alguna, un dialogo, no hay ningún ¿me escuchas bien?, ¿me explico?, no te entiendo, me encantó aquello que dijiste sobre, si pudieras tal vez no decir tantas, no me mires a mí que voy de paso, no me importa, no tengo que decirte. No hay nada de eso. Lo tengo claro.

No es pescar el elogio al viento, la crítica en la espalda, el beso sobre el retrato, la imprecación contra la sombra, el golpe al aire, la palmada en la espalda que ya galopa en quince, veinte pasos más delante.

Es acaso venir a extender ante esos ojos que fingen ver hacia otro lado este centón narrativo en el que se ha convertido nuestra pobre cabeza tras pocas (¿muchas, dices? ¿algunas? Nunca suficientes.) lecturas. No sólo de libros. Ay de aquel que sólo lee en los libros. Este trozo es muy bueno, míralo con calma, aquel es un retazo de algún verano en Cascais, ese otro un beso en Puebla, aquella mancha es salsa de una tarde en que la pereza me hizo quedarme en la cama lo más posible, llenándola de libros, revistas, migajas de comida, música que se repetía al ritmo de caprichos inciertos, servilletas turbias… quedó tan llena la cama de infinidad de cosas que fue agregando el día, que aquella noche ya no hubo espacio para el sexo, apenas para un beso, quizás recriminando, temo que más bien agradecido, aliviado. Todas las historias pues, cosidas con un hilo frágil, que por supuesto deberá notarse, saltar a la vista, para que nos llamen tramposos, truculentos, falsos, carentes de estilo, de intenciones, secos en ideas, ausentes de propuestas. Nosotros seguiremos contando lo que vaya siendo insoportable guardar dentro, no por doloroso, sino por esa urgencia de vaciarlo al blanco que libera.

Es ordenar ideas, fraguar batallas que nuestro ánimo cobarde doblará, con cuidado, por mitades sucesivas, hasta que el espacio que ocupen sea igual al valle de una palma, al encierro de un puño, al abismo de un cesto de basura.

domingo, noviembre 16, 2008

Trozos de historia, oídos al pasar.

Adriana durante algún tiempo estuvo enamorada de Omar, quien a su vez estuvo enamorado de ella: amor de esos, fugaces e indoloros, en los que a cierta edad la vida acierta en enredarnos. Magda y Jaime vinieron después, y su divisa no era lo fugaz. Adriana se casó con Jaime. Magda fue a vivir con Omar.

Esta tarde, Adriana escucha a Magda desde su sillón, fijos los ojos al frente, pero cada tantos pestañeos mira de reojo a Omar. A Omar ausencias constantes, Omar taza de café que no se acaba nunca, Omar risas de quién no recuerda un buen chiste. Siente cómo una tristeza profunda y lenta sube desde la taza de café a sus manos, ahora a sus hombros y desde ahí escurre por todo el cuerpo dejándola tan lejos pero aún en ese sillón frente a ellos, tan lejos del interés por el libro del que habla Magda, tan lejos de los brazos de Omar que ahora envuelven un cojín rojo, ridículamente grande y que casi le tapa la mitad del rostro al abrazarlo.

Adriana sabe que si alguien fuera capaz de tomar una fotografía de lo que es una despedida, al revelarla mostraría una imagen muy similar a esta: tres personas separadas por apenas centímetros pero que ya se hallan unos de los otros a una distancia que no hace falta medir en metros, sino tal vez en días, o en páginas colmadas de una letra apretada – críptica – que cuenta en el papel todas esas cosas que no se dicen ante una taza de café y dos pares de ojos.

viernes, noviembre 14, 2008

Numeralia.

Guarda todo número, en su raíz y ramal de fórmulas, el sosegado lenguaje de la estrella, su deambular vasto, repleto de desamparos. Guarda el canto secreto de esas manadas de elefantes que desaparecen en la India, como si nunca hubieran estado ahí, como frases que se pierden a su vez en los grandes salones, entre el tumulto, las migajas que caen de las mesas y el humo siempre ajeno de los cigarrillos.

jueves, noviembre 13, 2008

Bertha

Resulta ser que el ímpetu, la audacia, la vocación de Atlas, el desfacer entuertos, aceitar las poleas, los invisibles cables de la obtusa maquinaria que es una familia; resulta ser que todo esto se lo tragó un puntillo que obscuro fue creciendo desde el centro de tu cuerpo, creciendo, creciendo, creciendo, torpe y necio punto, hasta llenar de un denso desvelo nuestras almas.

Lija tosca de células absurdas, predadoras, adelgazándote de dentro hacia afuera, hasta que sólo fuiste piel compresa por el aire desde todas direcciones, hasta que en tu interior no quedó más espacio que para una mesa pequeña ante la cual la muerte se sentaba a charlar despacio, como sólo charlan los amigos, con ese Dios al que de niña, quisiste hacer tu novio.

jueves, octubre 23, 2008

La Plagioteca




"En sustancia, ¿por qué deseamos ser grandes, ser genios creadores? ¿Para la posteridad? No. ¿Para circular entre la multitud, y que ésta nos señale con el dedo? No. Para sostenernos en la fatiga cotidiana, en la certeza de que vale la pena cuanto hacemos, de que es algo único. Por el presente, no por la eternidad".

- Césare Pavese, Oficio de Vivir

(Robado desde el adictivo Moleskine Literario, de Ivan Thays)

martes, octubre 21, 2008

Trozos de historia, oídos al pasar...

Literature Poisoning
(para Edilberto, otro cumpleaños)

Enfrentarse a una ciudad impuesta como el que la va narrando línea a línea. Descubrir que cada obstáculo no es más que el giro de tuerca que su propia ficción le impone como un reto para idear un desenlace más, la solución que alargará la sonrisa en el rostro de su lector. Descubrir las felicidades ínfimas de lo cotidiano como el premio que se obsequia al que persevera en su empeño de dar vuelta a las páginas de ésta, su obra. Confiar en el poder supremo de la escritura constante, la que se crea con cada paso y cada vuelta de esquina. Porque escribir no es más que plasmar de alguna forma esa sucesión de decisiones, ni acertadas ni erróneas, sino las precisas para mantener el ritmo de una historia que valga la pena compartir.

Sus amigos, personajes. El amor, un recurso de estilo. Los pecados, los errores: pequeños artilugios del oficio; trucos justos para levantar el interés y lograr que no pueda cerrarse el libro.

Escribir, vivir; reflexionar sobre los actos, corregir lo escrito. Revalorar cada evento, cada gesto en derredor, como el que encuentra la pista que ha de enriquecer el hecho, que ha de cimentar esa complicidad que brinda la lectura. La lectura, esa forma nunca dócil de amistad. Saber, sí, que está intoxicado de literatura, y entregarse de lleno al delicado sabor de ese veneno.

domingo, octubre 19, 2008

A los “tas” desde los “tes”.


Uno llega a los treinta como el que ha viajado de noche en un autobús de ruta. De Aguascalientes al Distrito Federal. De Monterrey a Aguascalientes. De Maravatío a Toluca. De Buenos Aires a Bariloche. Algo en el cambio de ritmo te hace reaccionar y preguntarte en dónde estás. El amanecer que entra en ruidos lentos y luz difusa, por unas ventanas increíblemente frías. La modorra que llena tu cabeza y ata tus miembros en una torpeza cubierta de hormigueos, confunde los rostros del sueño con los que están a tu alrededor. No sientes un peligro inminente pero tampoco puedes decir que la seguridad te inunda. Has llegado a un sitio que no es del todo extraño, puede que incluso tengas un propósito al llegar a tal lugar; con toda seguridad, si pudieras despejarte lo suficiente, algo de agua en el rostro, aplacar el cabello que ahora, dolorosa certeza, es nido de buitres que se alza sobre tu testa, si pudieras en fin recuperar el control, la conciencia, sabrías los detalles de la cita que te aguarda, de la misión que te ha traído hasta aquí.

Sí, tu has llegado aquí para algo: tienes un nombre y una agenda, tienes sentido y prisa, un origen que no recuerdas en su totalidad y un destino que adivinas entre las lagañas y la tortura de una pantorrilla que sigue presa del ardor que le inflingen al unísono un ejercito de hipodérmicas e imaginarias hormigas.


Y resulta ser que uno no es en realidad más viejo, ni más guapo; no es más sabio, ni más noble; no es más lento ni más débil. Pero algo cambia en la mirada que nos devuelve el tipo simpático del espejo.

Pero algo queda. Restos del naufragio. Pírricas victorias, que en el fondo no son tales, siempre en perspectiva, siempre a través del favorecedor cristal que cargamos en el bolsillo trasero, remedio ante paisajes inhóspitos. Me descubro con amigos y con canas. Con amor y con pecados. Con intentos y fracasos. Con un caudal de letras que me dicen que ahora es cuando. Me queda acaso la certeza de ser un poco menos soberbio al reconocer el rosario de errores que he cometido con los años. La esperanza de ser un poco menos ingenuo como para no creer que pueda evitar cometerlos de nuevo.

P. D. ¡Ah, tengo tambien un Batman Bad Ass regalo de Laurita y mi sensei Aldán! Así que cui-da-di-to.

jueves, julio 31, 2008

¿Qué pedo con la muerte?

A la chingada la elocuencia. El formalismo. La reflexión.

Ayer a las 10 de la mañana (4 de la tarde en Madrid según las cuentas), Alejandro Aura. Y esta madrugada, Victor Hugo Rascón Banda.

Hélène y yo escuchamos esta mañana ambas noticias. Por la radio. Desayunabamos un cereal de esos para niños (estupidez que, lo sé, voy a recordar cada vez que alguien saque el tema de ahora en adelante). Nos miramos. No dijimos nada, pero apagué la radio. A Aura tuvimos la suerte de conocerlo. No voy a decir que como amigos. Nada de eso. Acaso como fans. Recuerdo ahora, que Alejandro nos envío, a mi hermano Adrián B. y a mí, nuestra primera sala de lectura, de esas de las "Aureolas", acompañada de una hermosa carta que, estoy seguro, debo haber tirado tontamente por ahí. A Victor Hugo, solamente lo leímos. Y decir "solamente" es algo ya tan amplio en estos casos.

¿Qué pedo con la muerte? ¡¿Pos'qué se trae?!

Él, como siempre, lo cuenta mejor.

Del último post de Alejandro Aura:

"...Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua."

lunes, marzo 31, 2008

Sucursal Babel

Algunas traducciones de poemas sobre gatos. Porque solo ellos y algunas mujeres saben del sutil arte de privarnos de la soledad sin brindarnos compañía y porque sin serlo, fueron mis mascotas ideales en Lisboa (y lo siguen siendo ahora).

Sophia de Mello Breyner Andresen, Coral
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Ia e vinha
E a cada coisa perguntava
Que nome tinha.

* * *

Iba y venía
y a cada cosa preguntaba
qué nombre tenía

* * *

Fernando Pessoa, Gato
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Gato que brincas na rua
Como se fosse na ama,
Invejo a sorte que é tu
Porque nem sorte se chama.

Bom servo das leis fatais
Que regem pedras e gentes,
Que tens instintos gerais
E sentes só o que sentes.

És feliz porque és assim,
Todo o nada que és é teu.
Eu vejo-me e estou sem mim,
Conheço-me e não sou eu.

* * *

Gato que en la calle juegas
como si fuese en el alma
envidio la suerte tuya
porque ni suerte se llama

Siervo de leyes fatales
rigiendo piedras y gente
con instintos generales
sientes sólo lo que sientes

Eres feliz siendo así
tu todo y nada son tuyos
yo me veo y estoy sin mí
me conozco y no soy yo

* * *

Nuno Júdice, Zoologia: O Gato
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Um gato, em casa sozinho, sobe
à janela para que, da rua, o
vejam.

O sol bate nos vidros e
aquece o gato que, imóvel,
parece um objecto.

Fica assim para que o
invejem — indiferente
mesmo que o chamem.

Por não sei que privilégio,
os gatos conhecem
a eternidade.

* * *

Un gato, sólo en casa, sobre
la ventana para que, desde la calle,
lo vean.

El sol golpea los vidrios y
calienta al gato que, inmóvil,
parece un objeto.

Se queda así para que
lo envidien, indiferente
aunque lo llamen.

Por no sé que privilegio,
los gatos conocen
la eternidad.

* * *

Eugénio de Andrade, Acerca de Gatos
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Em Abril chegam os gatos: à frente
o mais antigo, eu tinha
dez anos ou nem isso,
um pequeno tigre que nunca se habituou
às areias do caixote, mas foi quem
primeiro me tomou o coração de assalto.
Veio depois, já em Coimbra, uma gata
que não parava em casa: fornicava
e paria no pinhal, não lhe tive
afeição que durasse, nem ela a merecia,
de tão puta. Só muitos anos
depois entrou em casa, para ser
senhora dela, o pequeno persa
azul. A beleza vira-nos a alma
do avesso e vai-se embora.
Por isso, quem me lambe a ferida
aberta que me deixou a sua morte
é agora uma gatita rafeira e negra
com três ou quatro borradelas de cal
na barriga. É ao sol dos seus olhos
que talvez aqueça as mãos, e partilhe
a leitura do Público ao domingo.

***

En abril llegan los gatos: al frente
el más antiguo, tenía yo
diez años, o ni eso,
un pequeño tigre que no se acostumbró nunca
a las arenas del cajón, mas fue quien
primero me tomó el corazón por asalto.
Vino después, ya en Coimbra, una gata
que no se quedaba en casa: fornicaba
y paría en el pinar, no le tuve
afecto que durase, ni ella lo merecía,
de tan puta. Sólo muchos años
después entró a la casa, para ser
señora de ella, el pequeño persa
azul. La belleza nos volteó el alma
de reverso, y se marchó.

Por eso, quien me lame la herida
abierta que me dejó su muerte
es ahora una gatita callejera y negra
con tres o cuatro manchones de cal
en la barriga. Es al sol de sus ojos
que tal vez caliente las manos, y comparta
la lectura del Público el domingo.

* * *

martes, marzo 25, 2008

Brevedades y suplicios

Para postear he de desconectarme de la red principal en mi oficina y accesar a la zona desmilitarizada. Zona Desmilitarizada. Grandioso concepto de nuestros tiempos de omniconectividad que busca garantizar en mayor o menor medida una navegación ética en la Internet; navegación controlada y limpia de riesgos para la información corporativa.

Ya en dicha zona de pomposo nombre, no obstante su fin, he de librar más obstáculos, pues ésta se encuentra sometida al escrutinio y censura de un filtro de contenido: el temido Fortinet, azote de la improductividad y las descargas ilegales en el lejano oeste del piso 1 de mi edificio, que es donde tenemos a bien trabajar todos aquellos que no somos socios. Para esquivar a este Can Cyberus, he de recurrir a la ayuda del Ninja Proxy, disfrazando mi dirección ip y esquivando el informático cerco tendido por mis jefes y ya a estas alturas me siento todo un Ethan Hunt de región cuatro. Estrategia lammer de libre acceso y poca complejidad. Pero igual molesta.

Eso sólo para entrar a un Blogger sin formato básico (sí, sin negritas, sin subrayado, sin tamaños de letra). Postear textos y nada más. ¿Links de música o en Badongo? Odisea que consume grandes cantidades de paciencia y tiempo, la mayor parte de las veces con pésimos resultados. ¿Imágenes? Fuera de mi alcance. ¿Hipervínculos? Sólo en la burda desnudez de su entereza, nada de poder disfrazarlos elegantemente detrás de una palabra cualquiera, pero clave, del texto en cuestión.

Entonces, no hay más salida que cuidar el texto. Renunciar a las distracciones, a las recompensas fáciles para ganar al posible lector, al amigo que por curiosidad o lealtad caiga por estos rumbos digitales. Prescindir de adornos, de floreos, más allá de los necesariamente literarios. Compartir textos que se sostengan por su honestidad, en los que el lector no quiera soltar nuestra mano antes de llegar al final. (Decía Pessoa: Leer es soñar de la mano de otro.)

Resulta entonces, que ahora las políticas de seguridad de sistemas de las corporaciones funcionan a la manera de un moderno y personalizado taller literario. Elliot y Pessoa sonreirían quizá con ironía, de haber tenido que revisar balances bancarios o traducir cartas comerciales, de haber tenido que hacer su literatura escondida, en esta época de troyanos evasivos, gusanos voraces y porno detrás de cada bit.

lunes, marzo 24, 2008

Ofrenda

Corderos propiciatorios prefieren algunos. Danzas y cantos para convocar lluvias, ventajas, cosechas, victorias. Vigilias para ahuyentar los malos augurios de la batalla. Miel, grano y leche; carne, hueso y sangre; voluntad, pureza y vida.

Me inclino por la ofrenda que agradece lo otorgado, que da testimonio de lo concedido en la espera que no pide y acepta en una actitud que raya en la resignación pero que está más emparentada con la dignidad.

Dicha grande es recibir en gracia, ver correspondida la plegaria. Dicha mayor cuando el bien le es brindado a alguien más, distinto de uno: querido, respetado.

La ofrenda implica el rompimiento con la inercia, abrir las ventanas, poner en bandeja aquello de lo que mas nos cuesta deshacernos. Sirva el romper el silencio, sin más pretensión que rendir ofrenda por la gracia recibida (Aunque sea por alguien más. Precisamente por que la recibe alguien más.)

Alegrías ajenas, semillas que el viento esparce en el fértil surco de nuestra sonrisa.