A la chingada la elocuencia. El formalismo. La reflexión.
Ayer a las 10 de la mañana (4 de la tarde en Madrid según las cuentas), Alejandro Aura. Y esta madrugada, Victor Hugo Rascón Banda.
Hélène y yo escuchamos esta mañana ambas noticias. Por la radio. Desayunabamos un cereal de esos para niños (estupidez que, lo sé, voy a recordar cada vez que alguien saque el tema de ahora en adelante). Nos miramos. No dijimos nada, pero apagué la radio. A Aura tuvimos la suerte de conocerlo. No voy a decir que como amigos. Nada de eso. Acaso como fans. Recuerdo ahora, que Alejandro nos envío, a mi hermano Adrián B. y a mí, nuestra primera sala de lectura, de esas de las "Aureolas", acompañada de una hermosa carta que, estoy seguro, debo haber tirado tontamente por ahí. A Victor Hugo, solamente lo leímos. Y decir "solamente" es algo ya tan amplio en estos casos.
¿Qué pedo con la muerte? ¡¿Pos'qué se trae?!
Él, como siempre, lo cuenta mejor.
Del último post de Alejandro Aura:
"...Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua."
jueves, julio 31, 2008
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