lunes, enero 30, 2006

Retazos de taller


Gunhar hojeó el libro una y otra vez, pensando con la amargura que sólo la vejez suele otorgar, que se trataba de una broma: todas las páginas estaban en blanco.

Ni una frase, ni una palabra, ni una letra que le diera indicio alguno. Por fin, fastidiado, y no encontrando otra cosa que hacer tomó la pluma y, desde la primera página, comenzó a escribir para pasar el tiempo.

Titubeante al principio, la pluma fue tornándose ligera, ágil sobre el papel avejentado y vacío. Tras un par de horas, Gunhar había llenado ya dos páginas. Para esa noche toda la historia de sus primeros años, la infancia en la planicie y los juegos en la ciudad de Ishtar ocupaban su lugar en el papel, sin que la escritura pudiera detenerse.

Varios días después, llenos ya centenares de páginas, el anciano estaba claramente exhausto; pero con los ojos llenos de una ansiedad inequívoca, seguía escribiendo pasajes, agregando comentarios y reflexiones, mientras un pensamiento iba llenando su mente de manera cada vez más contundente: cuando escribiera, de un momento a otro, la última línea de esa última página que lo esperaba un poco más adelante, la pluma caería de sus manos y él, finalmente, moriría.

2 comentarios:

Hueso dijo...

Se supone que debes ponerlo en tu blog, pero si quieres lo dejas como comentari en el mio.

PD: no creo que se te haga tan dificil. No te destacas precisamente por normal.

Anónimo dijo...

jajajaja, no había leido esto, pero por lo poco que sé de boiler, no lo considero como un ser tan extraño...