martes, diciembre 11, 2007

Sucursal Babel

It aint just bein older. I wish that it was. I cant say that it’s even what you are willin to do. Because I always knew that you had to be willin to die to even do this job. That was always true. Not to sound glorious about it or nothing but you do. If you aint they’ll know it. They’ll see it in a heartbeat. I think it ismore like what you are willin to become. And I think a man would have to put this soul at hazard. And I wont do that. I think now that maybe I never would.


(No es nomás volverse viejo. Ojalá fuera eso. No puedo decir que se trate de hasta qué estás dispuesto a hacer. Porque siempre supe que tenías que estar dispuesto hasta a morir para hacer este trabajo. Eso siempre fue cierto. No es por hacerlo sonar glorioso, pero así es. Si no estás dispuesto, lo van a saber. Lo van a ver en un latido. Creo que más bien se trata de en lo que uno está dispuesto a convertirse. Y creo que un hombre tendría que arriesgar el alma. Y no voy a hacer eso. Ahora creo que, tal vez, nunca lo haría.)


No country for old men - Cormac McCarthy

(Aunque el señor Alejandro Ahedo me agarre de bajada cada vez que intento hablar de éste autor, creo que a Rene López Villamar le gustaría...)

domingo, diciembre 09, 2007

Postales desde Miami

I
Sasha dejó Valparaíso y Chile como quien camina hacia atrás para no perder de vista eso que alguna vez significó tanto pero se tiene la certeza de que no volverá a tener el mismo peso sobre nuestras vidas.
Su padre, del cual nunca había sabido nada, se le apareció un buen día en forma de carta llevada a ella por un abogado; y ese padre de papel y firma en papel caro le decía, cuentos más, cuentos menos, que tenía un apartamento en la Florida, y dado que ahora había muerto y su existencia en la tierra se resumía a ser una firma bajo frases largas en un pedazo de papel, transportado de un lado a otro por el personal de una firma legal, pues entonces, la verdad, el apartamento a él ya no le sería de mucha utilidad y decidía dejárselo a ella para que Sasha hiciera con él lo que fuera su santa y chilena voluntad.
Sasha, que la verdad pasaba entonces por muy malos momentos en un Chile que cada vez se le hacía más estrecho, decidió escapar antes de que, en efecto, el país fuera tan estrecho para ella, que acabara por saltar hacía el Pacífico, perdiéndose en su frío de muerte.
Se fue, sí, como quien camina hacia atrás, a la Florida, sabiendo que no iba a regresar después de reclamar su apartamento en Miami.