Foto de JMRobledo
Hay victorias que saben a derrota, certeras, despiadadas.
Uno llega por fin a casa y mira la ciudad espléndida desde el balcón. Suspira aliviado y siente que quizás no se ha perdido de nada, que todo está igual o al menos que no ha cambiado gran cosa, y ahí, frente a uno, está la prueba latente.
Pero entonces el maldito detalle, la incertidumbre viene a acosarnos inclemente. Porque esas luces dispuestas en el oscuro tapiz en que de noche se convierte mi ciudad, esas luces llevan vida dentro. Y en el interior de cada luz algo ha cambiado. Uno lo presiente, lo sabe de alguna forma, así como sabe que desde el punto opuesto en la distancia alguien mira hacia la diminuta luz que en perspectiva proyecta su propia ventana y aquel hipotético extraño se maravilla de lo mucho que han cambiado allí las cosas.
Cerrar el balcón y decidirse a enfrentar ese hogar, ese reino que ahora ya no nos pertenece más. Tratar de reconquistarlo.
Saber al fin, que ayer no es hoy, que hoy es hoy, y no soy actor de lo que fui.
En versión original con Divididos (infaltable), acá , y con Fabiana Cantilo (grande grande grande) aquí. (Esta vez la pongo grande y en vertical, para que la letra sea leída con más calma.)
( leer tambien en Legión Aguascalientes )
Spaghetti del Rock
Pistones de un curioso motor de humanidad
resortes viejos de este amor que va.
Memoria hostil de un tiempo de paz sin paz,
narices frías de una noche atrás.
Besos por celular
las momias de este amor
piden el actor de lo que fui.
Pantalla de la muerte y de la canción,
proyectos de un nuevo spaghetti del rock.
Cíclope de cristal
devora ambición,
vomita modelos de ficción.
Remontar el barrilete en esta tempestad
sólo hará entender que ayer no es hoy
que hoy es hoy y que no soy actor de lo que fui.
Besos por celular
las momias de este amor
piden el actor de lo que fui.
Remontar el barrilete en esta tempestad
sólo hará entender que ayer no es hoy
que hoy es hoy
y que no soy actor de lo que fui.
jueves, julio 06, 2006
La plagioteca
Laura Yasán, poeta argentina.
En el borde de las tazas
una mujer se mueve en el denso fluir de sus instintos
sabe quebrarla cáscara de una intención
una mujer
abarca por fragmentos la totalidad
y nunca es la misma
un hombre
sube al misterio en una extrema progresión
descubre el sentimiento
acorralado en un límite
el resto
lo filtra en el pensar
una mujer
es a la vez su historia
y lo que aún no ha conocido
sabe ordenar lo que no ve
un hombre
arriba al corazón del mundo
en cada vértice de su conocimiento
se instala en lo que ve
y se proyecta
una mujer es todas las mujeres
pero es única
un hombre es todos los hombres
pero es único
un hombre y una mujer
nunca se conocen
saben suponer
saben crear sobre el malentendido
son cada uno
mitad secreto
mitad vacío
un hombre y una mujer
a lo largo de cientos de actos cotidianos
cruzan información
dejan la vida escrita
en el borde de las tazas
cada día se escribe
cada día se lava
En el borde de las tazas
una mujer se mueve en el denso fluir de sus instintos
sabe quebrarla cáscara de una intención
una mujer
abarca por fragmentos la totalidad
y nunca es la misma
un hombre
sube al misterio en una extrema progresión
descubre el sentimiento
acorralado en un límite
el resto
lo filtra en el pensar
una mujer
es a la vez su historia
y lo que aún no ha conocido
sabe ordenar lo que no ve
un hombre
arriba al corazón del mundo
en cada vértice de su conocimiento
se instala en lo que ve
y se proyecta
una mujer es todas las mujeres
pero es única
un hombre es todos los hombres
pero es único
un hombre y una mujer
nunca se conocen
saben suponer
saben crear sobre el malentendido
son cada uno
mitad secreto
mitad vacío
un hombre y una mujer
a lo largo de cientos de actos cotidianos
cruzan información
dejan la vida escrita
en el borde de las tazas
cada día se escribe
cada día se lava
miércoles, julio 05, 2006
Sucursal Babel
Nuno Júdice
Confias no incerto amanhã? Entregas
às sombras do acaso a resposta inadiável?
Aceitas que a diurna inquietação da alma
substitua o riso claro de um corpo
que te exige o prazer? Fogem-te, por entre os dedos,
os instantes; e nos lábios dessa que amaste
morre um fim de frase, deixando a dúvida
definitiva. Um nome inútil persegue a tua memória,
para que o roubes ao sono dos sentidos. Porém,
nenhum rosto lhe dá a forma que desejarias;
e abraças a própria figura do vazio. Então,
por que esperas para sair ao encontro da vida,
do sopro quente da primavera, das margens
visíveis do humano? "Não", dizes, "nada me obrigará
à renúncia de mim próprio --- nem esse olhar
que me oforece o leito profundo da sua imagem!"
Louco, ignora que o destino, por vezes,
se confunde com a brevidade do verso.
*-*-*
Carpe diem
¿Confías en el incierto mañana? ¿Entregas
a las sombras del acaso la impostergable respuesta?
¿Aceptas que la diurna inquietud del alma
substituya la risa clara de un cuerpo
que te exige placer? Los instantes, por entre los dedos,
te rehuyen; y en los labios de aquella a la que amaste
muere el final de una frase, dejando una duda
permanente. Un nombre inútil persigue a tu memoria,
para que lo sustraigas al sueño de los sentidos. Sin embargo,
ningún rostro le da la forma que desearías;
y abrazas las figura misma del vacío. Entonces,
¿qué esperas para salir al encuentro de la vida,
del soplo caliente de la primavera, de las orillas
visibles de lo humano? “¡No”, dices, “nada me obligará
a renunciar a mí mismo – ni esa mirada
que me ofrece el lecho profundo de su imagen!”
Loco, ignora que el destino, a veces,
se confunde con la brevedad del verso.
martes, julio 04, 2006
De noche, un hombre mira su jardín.
La verdad es una historia que merece ser contada. Y sin embargo…
Doce años de intentos son, en este caso, el equivalente a un álbum de fracasos, en el que cada recuerdo [cui-da-do-sa-men-te-co-lo-ca-do] aún guarda el aroma exacto de la pretensión ingenua.
Esperan que lo cuente, confían en que el teclado es lo único necesario para vaciarlo todo de golpe y decir: estuve ahí. Me reclaman, sin decirlo, apenas insinuando, el hecho de no compartir las visiones, el gusto, los aromas. Dicen que me guardo sensaciones o juzgan que es pereza, apatía hacia la letra y del oficio. No lo saben, creo que no lo entienden.
Porque no es tan fácil.
El asombro no cabe en un teclado así de golpe: el Caribe revuelto e intuido, belleza en cada giro de cabeza, aromas complejos y profundos, sonidos de bala desbancando al tedio de oficinas, un hombre muerto tirado al lado de la autopista, toda la cordillera y el aroma de un río aprisionado, la nieve que se extiende sobre el alma, calentando un vacío que no intuía, que aún no asimilo, una ciudad nueva para vivir y un río tan grande que todo mi pesar cupo de golpe entre una margen y otra. Certezas, ausencias, un mar de confusiones, tedio absurdo, desoladora torpeza, casi 100,000 millas que no pretendo usar en un buen tiempo. El centro de Santiago brindándoseme pleno, sintiéndome en Perú casi de golpe sabiendo que era falso; las tumbas que me hablaban, temprano en Recoleta, y el miedo que se instala frente a un Pollo Campero. Música tanta, tanta pero tanta música, tan buena, tan genial, fronteras disolviéndose en el fondo del oído. Medio centenar de libros: nunca suficientes.
Entre asombro y pena, entre gusto y exceso, entre sosiego y stress: el tedio siempre el tedio. Entre viñedos y pampa: el tedio. Entre Caribe y Pacífico: el tedio. Entre opulencia y miseria: el tedio. Bajo el ecuador, sobre el ecuador: el tedio. Y tras tan tedio idiota, una visión: un hombre que apenas llega a casa y cumple los mínimos deberes, se sienta tranquilo frente a una libreta ajada, casi puesta en el olvido, y al fin, después de mucho tiempo, escribe.
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