Accesos.
Frente a la banca en que me hallo sentado, las puertas inmensas del parque. Mi lectura que se interrumpe al notar al niño que, ignorando las amplias puertas, colosal invitación al juego y al dominio de la infancia, decide poner pecho en tierra y entrar por una abertura entre el suelo y la malla que rodea al parque, a menos de tres metros de las puertas. Tras un pequeño esfuerzo lo logra; sus ropas y cabellos cubiertos de tierra, se incorpora, inspecciona el reino frente a él y con una gran sonrisa comienza a correr por las veredas.
Tardo en comprender. Él ha entrado a otro parque. A uno mejor.
miércoles, agosto 15, 2007
lunes, agosto 13, 2007
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